“El da Vinci de Freud”.

04.09.2019

Su interés hacia Leonardo da Vinci fue redactado en el año 1909 y publicado en 1910.
Dando inicio, en este capítulo, Freud empieza a reconocer a da Vinci admirando su alta diversidad artística con la que fue famoso en su época el destacable pintor, reconociendo la huella de su legado que hoy en día todos tenemos a cierto alcance de nuestros ojos en sus creaciones, y en distintas ramas en la cual llegó a desarrollar algo que siempre daba de que hablar. Pero no es solo por sus trabajos por los que Freud está interesado en el pintor, si no por el plano histórico en el que se desenvolvía, en compañía de los diversos cambios que se manifestaron y repercutieron en sus obras de arte.

En todo momento Freud se dirige a da Vinci como un maestro, y con el respeto que se lee reflejado - a pesar de haber hecho una interpretación sin haberlo conocido-, decide hacer una investigación en diversos personajes artísticos y poetas que fueron testigos clave en la presencia de da Vinci durante sus años con vida. Dos de estas referencias de las cuales hace uso Freud, son Giorgio Vasari y Edmondo Solmi. Primero, comienza citando a Vasari, un gran pintor italiano de la época, retomando una cita interesante que Freud no deja escapar... ''ha ofendido a Dios y a los hombres por no haber cumplido su deber en el arte. '' (Pág. 59-60). Freud retoma estas confesiones que fueron evidencia de aquellos cercanos a da Vinci, puesto que se percibía un cambio que surge por el golpe de acontecimientos históricos en la vida del pintor.
Ante toda admiración del creador del psicoanálisis, encuentra ciertos datos del artista en donde se percata de que en la vida del italiano hubo un hecho histórico que lo hizo mudarse a otra ciudad, cuyo hecho fue el derrocamiento de Ludovico ''el Moro'', acontecimiento que orilló al pintor a abandonar Milán. Estos eventos son tan solo superficies por las cuales empieza Freud en esta investigación, puesto que son las manifestaciones que se presentaban ya en un adulto da Vinci. Estas observaciones son de su atención, como buen arqueólogo que encuentra restos en una superficie y que lo guiaran a la profundidad de unas ruinas que no siempre fueron ruinas.
Los siguientes cambios en el artista y que, cuyos cambios se ven reflejados en la plasmación de sus pinturas posteriores, fueron una irregularidad en la realización de sus obras en donde ciertas características como los cambios de semblante y presentación, Freud los lee en los testimonios de aquellos que fueron participes en los aires por los cuales respiraba da Vinci. Para ello, describe con base a sus referencias, como era el artista cotidianamente; alguien cálido, amable y con cierta ''nobleza femenina'' que el propio Freud hace énfasis en esta peculiaridad del pintor. Después de una admiración y descripción del artista, Freud entra en acción, empezando a añadir los primeros sesgos de la experiencia de su perspectiva psicoanalítica que ya llevaba transitado en ese entonces.

''...se nota una extraordinaria profundización, una riqueza de posibilidades entre las que vacila la definitiva selección de Leonardo, exigencias de cumplimiento harto difícil y una inhibición para llevar a cabo sus trabajos que en verdad no se explica por el forzoso rezago del artista respecto a sus designios ideales. La lentitud que siempre llamó la atención en su modo de trabajar demuestra ser un síntoma de esa inhibición, el preanuncio del extrañamiento respecto de la pintura que le sobrevino luego. '' (Pág. 63).

En cierta parte del texto, Freud nos comparte más fragmentos históricos. Leonardo fue reclutado por Borgia como ingeniero militar en jefe, cuyo suceso fue un factor que influyó demasiado en estos cambios en el que Freud estudia con lupa. Cierta agitación que generó un escape de rutina por lo cual da Vinci se enfrenta, son de suma importancia y claro que con mucha razón, puesto que la época de da Vinci le vendría bien como eco para la propia época victoriana; por ejemplo, la cuestión de la sexualidad y como se ''sobrellevaba'' dicho tema. Respecto a esto, otro de los puntos en la cual se enfoca el creador del psicoanálisis, es la diferencia que existía en la plasmación de la anatomía de un hombre y una mujer en diversas pinturas del artista, presentando su duda o la interrogante de que Leonardo nunca haya tenido algún contacto íntimo con alguna mujer y, sin dejar de lado a ciertos biógrafos de da Vinci, Freud siendo Freud, rescata el tema de sexualidad en el artista y los posibles acontecimientos que tuvo con ciertos compañeros y discípulos en una índole de encuentro homosexual, sin hacer caso omiso del amor y el odio.
Mas adelante, Freud menciona que Leonardo mudo la pasión a un esfuerzo de saber y esto conlleva a toda las aportaciones a la ciencia, respecto al estudio que da Vinci generaba en sus investigaciones pero... ''Cuando luego intentó regresar desde la investigación al ejercicio del arte, de donde había partido, experimentó en si la perturbación que significaba la nueva postura de sus intereses y la cambiada naturaleza de su trabajo psíquico. '' (Pág. 71-72).

Conforme avanzamos, y una vez después de que Freud haya dicho lo que tenía que decir sobre el artista de manera superficial, comienza a interpretar, teorizando su propia práctica.
Se desata en un momento en donde la palabra pulsión sexual e infancia ya habían tardado en hacer acto de presencia. Todo esto es basado a que da Vinci, por alguna cuestión infantil, existen ciertos sucesos en su vida respecto a los tiempos en los que fue practicando la pintura y la investigación a modo de ejemplificarlo con represiones sexuales y una pulsión hiperpotente, siendo este el sustituyente de un quehacer pulsional.

En el apartado dos, como es de esperarse, decide indagar un poco más y se remite a cuestiones infantiles hasta que llega a encontrar y tomar un recuerdo infantil de da Vinci. Este recuerdo es el núcleo en el arduo trabajo de investigación de Freud y con ello, el siguiente fragmento fue hallado en uno de los escritos científicos de Leonardo.

''Parece que ya de antes me estaba destinado ocuparme tanto del buitre, pues me acude, como un tempranísimo recuerdo, que estando yo todavía en la cuna un buitre descendió sobre mí, me abrió la boca con su cola y golpeó muchas veces con esa cola suya contra mis labios.'' (Pág. 77).

No cabe duda de que la redacción de Freud es sumamente rica en cuanto a una inmensa ''investigación arqueológica'' y, en como plasmaba pintando sus palabras en el lienzo de sus tomos. Me es pertinente mencionar como desarrolló ciertas observaciones que, de manera minuciosa, va desglosando con la sociedad que emanaba en la época del artista, con sus respectivas referencias bibliográficas, el desenvolvimiento de la iglesia y los libros que el pintor tenía a la mano para poder llegar a un hilo que haga nudo con el recuerdo del buitre, sin omitir la familia del mismo y hasta una apuesta por arraigar la cultura egipcia con su significado de dicha ave, llegando a un punto en donde el mismo Freud nos redacta y dice que es demasiado aventurado pensar en ello, pero no quita que exista alguna posibilidad, tomando en cuenta que ''Milán fue en Italia el centro principal del joven arte de imprimir.'' El pasado, en construcción de la historia que vivió da Vinci es de suma importancia, y una realidad física que Freud no piensa dejar atrás, hasta que nuevamente la pasión por investigar del pintor llevó una vez más a Freud a crear una investigación sexual infantil; y si, ambos con apetito de saber.

El recuerdo que tiene Leonardo, Freud lo toma como una fantasía y empieza a trabajar frase tras frase para crear un conjunto de interpretaciones por las cuales va desenvolviendo la teoría que en ese entonces ya tenía como avance. Más allá de la fantasía por el acto de mamar al sentir la ''coda'' (cola), diferenciar si se trata de una cuestión homosexual entre si es un miembro viril o el seno de la madre, o de que el buitre abriera la boca de un Leonardo infante representando una felación; Freud no logra explicarse del todo porque todo esto lo conlleva a un carácter pasivo, recordando casos en donde anteriormente ha trabajado sueños y fantasías de mujeres homosexuales. ''Dejemos entonces que hable el trabajo analítico que sin duda no ha pronunciado todavía su última palabra.'' (Pág. 81).
Después se pregunta ¿Por qué la madre podría ser representada cómo un buitre?; y se vuelca a asociar libremente por una ocurrencia en donde el buitre como símbolo en el antiguo Egipto, es descrito como la madre. No obstante, para Freud no es suficiente y trabaja con la palabra ''Mut'' (buitre), asociándola con la palabra ''Mutter'' (madre) en su idioma natal, pero cae en un fracaso en donde con enfocarse en algo desde un ordenamiento simbólico no es suficiente y empieza a cuestionarse, ya que Francoise (1790-1832) recién había descifrado los jeroglíficos, es decir; esto sucedió en un tiempo que a da Vinci no le tocó vivir, pero a Freud si.
Freud realiza una extensa investigación respecto al símbolo del buitre y cómo fue que la elección de esa ave, fue tomada para designarla como la madre. Sin rendición fácil, se basa en la cultura de los antiguos egipcios y distintos personajes, tanto griegos como romanos, preguntándose ¿Por qué un buitre?, y que por dichas fuentes, todo es basado desde que Freud encuentra que el buitre es considerado símbolo de la maternidad porque se creía que esta variedad de pájaro solo existían hembras y ningún macho. Busca hasta la más mínima conexión cultural de los egipcios y como pudieron llegar a manos y ojos del pintor, aquella información que haya sido de su conocimiento y que por ende, Freud pueda atar cabos, cuyos cabos, uno se encontraba en Egipto y otro en Milán; tarea difícil pero no imposible para una inmensurable construcción de interpretación. Da Vinci como gran lector, Freud lo admira y con mera razón. ''Todos estos libros ya habían sido impresos en aquella época, y justamente Milán fue en Italia el centro principal del joven arte de imprimir'' (Pág. 83), siendo esta la conexión posible que eleva la certidumbre de Freud, respecto a que Leonardo pudo haber leído una famosa fábula del buitre y comienza a conectar todos estos lazos desde la cultura de Milán, los libros, la religión que se estaba gestando, la relación con sus padres y el tipo de cercanía que tuvo durante su infancia. Páginas posteriores, Freud se encuentra con otra interrogante que estaba dejando atrás, y esto es que ¿De dónde proviene y por qué toda esta cuestión del carácter homosexual?

Sin dejar volar el tema del buitre, lo enjaula y lo estudia desde todos los ángulos posibles para ver si logra descubrir alguna evidencia certera que lo haga encontrarse con algún rastro de da Vinci, puesto que su avance en su investigación y creación del psicoanálisis ya había pasado por una teoría sexual, remitiéndose a esta misma y enfocándose en la cuestión familiar por la que al pintor le tocó vivir durante su infancia. La manera en como la hm del buitre fue parte de Leonardo, es el motivo por el que hace esta búsqueda pero, sin alejarnos de Freud; el punto aquí es que en primera, no se trabajaría con un caso ajeno en donde un analista no pueda vivir en carne propia la experiencia, y en segunda, fácil o difícilmente uno podría realizar una investigación de un importante personaje histórico, pero solo sería como buscar en una película todo lo que le sucede a ese personaje. Freud no es culpable, simplemente hizo lo que posiblemente alguien con esta famosa pulsión de querer saber durante una investigación, encontrar que se sostenga aquello que se crea, es decir; únicamente recalco momentos importantes en donde Freud hace interpretaciones desde él mismo, siendo pertinente tomar en cuenta aquella forma de trabajo que él ejercía, puesto que por ser el creador del psicoanálisis, es importante hablar desde su letra frente a aquellos que hoy en día se hacen llamar psicoanalistas freudianos sin un documento que lo avale cerca de algún sesgo de la I. P. A. (International Psychoanalytical Association).

Regresando al tema; anteriormente se hizo mención de como solía ser Leonardo en su vida cotidiana en relación con sus contemporáneos, y entre tantas descripciones, Freud marca una característica del pintor; aquella ''nobleza femenina''. Y era claro con este adjetivo cuando después de un largo recorrido interpretativo se llega a un punto en donde lo ata con cierta homosexualidad del artista.

''Solo huellas de una inclinación sexual no mudada nos es lícito esperar en Leonardo. Ahora bien, ellas apuntan en una misma dirección y permiten contarlo también entre los homosexuales. Desde siempre se ha destacado que sólo tomó como discípulos a muchachos y jóvenes llamativamente hermosos. Los trataba con bondad y consideración, velaba por ellos y los cuidaba si enfermaban, tal como lo haría una madre con sus hijos, como su propia madre acaso lo atendió a él.'' (Pág. 95).

No obstante, con esta cita y yendo más allá de lo que Freud nos presenta, la nobleza no busca estancarla en una cuestión homosexual, puesto que la bondad de da Vinci era de presentarse en muchos casos y más cuando existía un diario de él mismo, en donde existían escritos con una peculiaridad que lo caracterizaba, tales como redactar de derecha a izquierda y escribirse a sí mismo, casi hablándose... ''Aprende con el maestro Luca la multiplicación de las raíces'', ''Voy a Milán para atender asuntos de mi jardín'', ''Encarga dos bolsos para el equipaje''. Así como también encontró apuntes en donde se lee una tierna atención que le brindó a Caterina, su propia madre cuando lo visitó; hasta enfermar, ser hospitalizada y fallecer.
Freud recalca su interés que cierta homosexualidad proviene desde los vínculos eróticos que tuvo con su propia madre. ''La madre me ha estampado innumerables y apasionados besos sobre la boca''. Aquí Freud lo relaciona con la ''coda'' (cola) del buitre que golpeaba muchas veces contra los labios del pintor, hasta enlazarlo con el tema del área de los labios, llevándolo a las obras en las que da Vinci plasmaba de manera peculiar esa sonrisa. Sin irnos tan lejos, La Gioconda es el más claro ejemplo al contemplar el estilo del trazo con el que fue creada. Sin embargo, Freud deja de lado -por un momento- el enigma expuesto que genera la pintura de La Monna Lisa y se enfoca en la insatisfacción de da Vinci ante dicha pintura, puesto que la sonrisa expresada en el lienzo, es similar en todas las pinturas que creó el florentino. Pinturas estudiadas por Freud como lo son entre La Gioconda, Santa Ana, la Virgen y el Niño y la de San Juan Bautista. Freud empieza a hacer una interpretación enfocado en la pintura Santa Ana, la Virgen y el Niño, ya que fue ésta la más próxima creación después de La Gioconda, y cabe recordar, como hice mención al inicio, de que la manera en cómo se desenvolvía el florentino en sus pinturas era importante, ya que saber que pasaba durante esos fragmentos de su historia, eran de suma importancia, siempre partiendo y enlazando todo con el buitre.

Monna Lucia fue la abuela del pintor y Donna Albiera la madrastra; estos datos son relacionados por Freud en la pintura de Santa Ana, La Virgen y el Niño, preguntándose si estos factores de la historia del pintor fueron factores clave en la creación de la pintura, en sí, '' ha plasmado la síntesis de su historia infantil.'' (Pág. 105).

Oskar Pfister es importante en este capítulo, ya que además de que este apartado está enfocado en un recuerdo de Leonardo da Vinci, pasó por diversos cambios entre añadir y quitar líneas escritas por Freud. Pfister fue un psicólogo pastor protestante, siendo uno de los primeros autores en hacer una valoración teológica del psicoanálisis, manteniendo una regular correspondencia con Freud entre 1909 y 1939.

''Oskar Pfister ha hecho un notable descubrimiento en el cuadro del Louvre; en modo alguno se le puede denegar interés, aunque no se sienta inclinado a aceptarlo incondicionalmente. En el vestido de María, de curiosa plasmación y que no se entiende con facilidad, ha descubierto los contornos del buitre, y los interpreta como una imagen en clave, inconsciente:
«Sobre la imagen que figura la madre del artista se encuentra, en efecto, con toda nitidez, el buitre, el símbolo de la maternidad.
En el paño azul visible en torno a las caderas de la mujer de adelante, y que se extienda hacia su regazo y su rodilla izquierda, se ve la extremadamente cabeza del buitre, su cuello, la marcada curvatura que presenta el comienzo de su tronco.
»'' (Pág. 107).

Como Freud lo describe, no descarta ningún factor que estuviese presente en la vida de da Vinci y el padre del artista no se salva de ser parte de la interpretación que Freud nos presenta, siendo este un motivo por el cual el pintor caía en la decisión de no terminar muchas de sus obras y las que pareciera que sí, le era insatisfecho su talento plasmado en ciertos lienzos. De igual forma, no descartó la relación entre poner un ejemplo de una cita de la Divina Comedia y por consiguiente enlazarlo con un personaje importante y mencionado al inicio de éste escrito, Ludovico ''El Moro''. En donde Freud igual rescata las palabras del artista florentino, después de haberse enterado de la muerte de su padrone. También toma la cuestión religiosa de esa época, haciendo énfasis en las profecías que el pintor solía redactar en su diario, puesto que durante el cristianismo, da Vinci se mantuvo en una postura que en cierta medida le plantaba cara a la doctrina imperante de su época.

''Los hombres hablaran con hombres que nada escuchan, que tienen los ojos abiertos y nada ven; hablaran con estos y no recibirán respuesta alguna; impetrarán gracia de quien tiene oídos y no oye, encenderán velas a quien es ciego.'' (Pág. 116).

Retomando por una vez más al buitre de da Vinci, Freud se encarga de asociarlo con una de las investigaciones más famosas del florentino respecto a la posibilidad de poder volar. A manera de leerse como si fuese una ley, expone un nexo entre la creencia de que una cigüeña trae en vuelo a los infantes, y que este ''es el deseo que pulsiona a los niños en todos los juegos''. (Pág. 117).
Al final, Freud nos menciona que ''...la única meta de su trabajo era explicar las inhibiciones en la vida sexual de Leonardo y en su actividad artística''.

Escrito por: Erick Argueta.

Citas extraídas del «TOMO XI. Cinco Conferencias sobre Psicoanálisis. Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci y otras Obras (1910). Obras completas. Editorial Amorrortu».

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